10 febrero 2008

¡¡¡PENE, PENEEE, PENEEEEEE!!!

Por nuestra corresponsal Juliana González

Como las pelís del día tienen aún „embargo“ tengo que hablar de otra cosa hoy y es del llamado Photo Call. Perdonen la ignorancia, pero hasta ahora yo pensaba que la sesión de fotos en las que los artistas sonríen y posan delante del fondo del evento de turno (el fondo: ese panel tapizado con los logos del evento) mientras los fotógrafos disparan sus flashes tenía un carácter de azar. Es decir, que camino a la rueda de prensa o a la presentación los artistas pasaban „casualmente“ por allí y los fotógrados disparaban sus flashes sin contemplación. ¡Por la sonrisa más bella! Claro, es que yo este tipo de eventos los había visto siempre en la tele, más exactamente en las notas de farándula donde se ven a las adorables luminarias con su mejor cara, vestido y peinado. Esas tomas no tienen volumen. En la pantalla una diva posa para muchas cámaras. Punto.

La verdad es que hoy estuve en el photo call de Penélope Cruz y lo que me sorprendió no fue ella, ni lo despavilada que se veía sino la nueva dimensión del concepto. Photo del inglés que significa foto y call que se puede traducir como llamado. Y eso, eso es literalmente lo que pasa: hay un llamado aburdo. Todos quieren la atención de la actriz y se descargan con sonidos que semejan a un zoológico intranquilo: Gritos como „Pene-pene.pene.pene....“ o vozarrones que se anulan unos a otros con el PENÉLOPE, PENÉLOPE, PE, PE, PEEEEEEE... y aquí comienzan las diferencias: aparecen gallinas que a la voz de cutut cutu cutuuuuuu quieren robarle la mirada. Los aullidos de mono de la selva, RRRRRRR, GGGRRRR... durante 10 minutos largos. La diva sonríe plácida por ser el objeto del deseo de un público armado de cámaras, que a la vez son jueces de su trasegar y con quienes mantiene una relación simbólica de I-need-you-let-me-alone-but-keep-me-alive. Durante 10 minutos la granka humana se alborota y cada uno deja salir el animal interno con la esperanza de haberla conservado en su mejor momento. Pero no hay ninguno mejor que el de oir a un grupo de adultos rebuznando y graznando como si de fieras rabiosas se tratara.








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